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La guerra comercial entre China y EE.UU. disputa el control del Canal de Panamá

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Las hostilidades entre EEUU y China por la hegemonía en el terreno económico mundial ya se expresaron la semana pasada en el veto comercial a Huawei, que ha provocado la ruptura de relaciones con Google y su sistema operativo Android y ha puesto en cuarentena las inversiones de otras tecnológicas americanas como Apple, Nvidia, Qualcomm o Intel en el mercado chino, pero la cruzada geoestratégica entre Washington y Pekín encierra otra lucha de poder: el control del Canal de Panamá. Es un combate por ejercer la influencia sobre uno de los puntos neurálgicos del comercio internacional. Quizás, junto al Canal de Suez, el de mayor calibre de todo el planeta.

La confrontación por la vía de tránsito naval más rápida entre el Atlántico y el Pacífico tiene la particularidad de que EEUU y China rayan la injerencia en la soberanía nacional panameña. Sin embargo, en la actualidad, y en plena retórica belicista entre las dos grandes potencias economías del planeta, el nuevo gobierno panameño se verá sometido a unas renovadas presiones exteriores. Esto teniendo en cuenta que quien dirimirá la afrenta será el presidente electo, Laurentino Nito Cortizo, vencedor en las elecciones del pasado 5 de mayo.

Lo que está en cuestión, principalmente, es la rúbrica de un tratado de libre comercio ya negociado con Pekín, que pretende aumentar el potencial de Panamá como centro logístico de mercancías y de productos manufacturados, sin renunciar a seguir siendo el gran espacio financiero off-shore de la zona. China, en realidad, se ha convertido en el más importante inversor del país y tiene un objetivo nítido: el control de la ruta con mayor tráfico mercante del mundo.

Además, la estrategia de Pekín establece una presencia permanente en Panamá. En los últimos dos años, China y Panamá han acordado más de 30 convenios bilaterales y Jinping aterrizó en el istmo en diciembre de 2018, el primer jefe del Estado chino en visitar el país. Lo hizo acompañado de docenas de compañías de construcción, telecomunicaciones y de servicios financieros.

Por su parte, la Autoridad del Canal de Panamá aportó a las arcas del estado centroamericano más de 1.700 millones de dólares y “es una de las más grandes estructuras tecnocráticas del mundo, con un enorme crédito, porque ha pervivido al margen de los estamentos políticos”, según el portal Global American. “Es su gran aval. No permite interferencias”, destacaron.

Sin embargo, entre los expertos subyacen dudas acerca de que la guerra comercial obligue a la cúpula gestora del canal a formalizar contratos para el desarrollo de puertos, puentes o redes de energía que puedan estar dirigidos por la estrategia inversora china. O sucumbir a los cantos de sirena que, muchos de ellos, procedentes de EEUU, claman por la privatización de varios de sus servicios.

Washington, en cualquier caso, ha dirigido ya sus tentáculos hacia Panamá en el viraje unilateral que ha dado al orden mundial. No sólo con China. Y ha exigido a su vecino centroamericano, en febrero pasado, que revoque la concesión a 59 buques mercantes iraníes de operar con bandera panameña y que les permite la entrada en terminales portuarias del país.

La apuesta estadounidense es negar visados, cortar los préstamos financieros o incluir a firmas panameñas en la lista negra de lavado de capitales”, aunque existen más certezas que dudas sobre si el futuro presidente dará preferencia a Pekín. En ese contexto, el gigante asiático actuará.

 

Fuente: Diario Público de Panamá

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