Zamora no aclaró qué compañía sería la que operaría dichos vuelos, pero la historia reciente de la aviación regional en Argentina haría suponer que sería Macair, previo acuerdo que garantice por parte del gobierno de Santiago del Estero la provisión de fondos para cubrir el mínimo de asientos que hagan rentable la operación.
Quizás el día de la inauguración de este nuevo, como muchos lo llaman, “elefante blanco”, en el que estará la presidenta Cristina Kirchner, llegue alguna aeronave de Aerolíneas Argentinas o Austral, pero aún con el nivel de alineación que tiene el gobernador Zamora con el gobierno nacional, sería muy difícil que la aerolínea estatal instaure frecuencias regulares a Termas de Río Hondo. Aunque, mientras sigan fluyendo fondos hacia ella, nada puede asegurarse.
La construcción del nuevo aeropuerto de Termas de Río Hondo ha estado envuelta en polémicas desde que fue anunciado, en mayo de 2010. Desde su práctica inutilidad por estar a apenas 60 kilómetros del aeropuerto de la capital santiagueña (y a algo más del de Tucumán), hasta la elección de una empresa constructora sin ninguna experiencia en infraestructuras aeroportuarias.
Se trata de una inversión de alrededor de 150 millones de pesos en un aeropuerto que contará con una terminal de 1900 metros cuadrados, con manga de embarque (un lujo que ni el recientemente remodelado aeropuerto capitalino cuenta), y una pista de 2600 metros de largo por 30 metros de ancho.
Desde el gobierno provincial lo defendieron argumentando su necesitad como polo de atracción de eventos como el MotoGP, y de turistas internacionales a las termas.
Una vez inaugurado, la realidad terminará de juzar a la obra. Antecedentes recientes como el aeropuerto de Merlo (San Luis) y Villa María (Córdoba) no la favorecen, y demostraron que una obra no genera demanda por sí sola, menos aún repitiendo programaciones de vuelos inestables, con frecuencias y horarios incómodos.
