“El destino me trajo hasta acá”, contó desde uno de los hangares de la dirección provincial de Aeronavegación Oficial y Planificación Aeroportuaria, en La Plata, donde trabaja desde las 6 de la mañana en el chequeo de los helicópteros y el mantenimiento de las máquinas.
“Yo no conocía la carrera de mecánico en aeronaves y un amigo me lo comentó. En realidad lo que quería era volar, era inaccesible en esa época, la hora de vuelvo era económica pero yo no tenía trabajo. Tenía que buscarle la vuelta. Entonces le pregunté al mecánico del aeroclub de Tolosa, Néstor Cámara, si lo podía ayudar para estar en el ambiente y me dijo que pruebe con el curso de mantenimiento de aeronaves. Nunca había visto un helicóptero de cerca”, relató.
Romina fue una de las dos primeras mujeres que ingresaron al Instituto de Perfeccionamiento Aeronáutico, que funciona desde 1980, para ser mecánica de avión. Luego de superar una prueba psicofísica y presentar los papeles requeridos, empezó a estudiar de lunes a sábados, durante tres años, cómo revisar motores, arreglar hélices y controlar que cada parte de los helicópteros funcione perfectamente.
Cuando decidió inscribirse en “la escuela”, como le dice al centro de formación, venía de estudiar música en Bellas Artes. El cambio fue rotundo: “Cuando el trabajo te gusta es diferente. He trabajado en distintas cosas, pero esto realmente me encanta” y “mis compañeros nunca hicieron diferencias por ser mujer”.
Actualmente, el 100 por ciento de los mecánicos de la dirección de Aeronavegación son egresados de ese centro. Pero las tareas no se limitan a revisar las máquinas, en algunas ocasiones, participan de vuelos sanitarios en casos de accidentes o catástrofes naturales. “El helicóptero es para llegar a lugares donde el avión no llega, donde pueden aterrizar en una cancha de fútbol, en algún estacionamiento” y “salvar vidas”, declaró.
