La fila de vehículos estacionados en la banquina de la ruta que conduce a la frontera con el vecino país superaba los 7 kilómetros este miércoles, situación que provoca incomodidad en los transportistas y malestar entre los vecinos de la zona.
Se estima que los camiones podrían permanecer allí de 8 a 10 días más hasta lograr la autorización correspondiente para ingresar sus mercaderías al vecino país. De todos modos, los transportistas no cuentan con baños ni con servicio higiénico o sanitario alguno en el lugar.
"Nos pararon unos cuantos camiones en la frontera", afirmaron agentes aduaneros en declaraciones al diario Primera Edición de esta provincia del nordeste argentino. En este contexto, los lugareños se quejan por los "ruidos molestos" y un inusual "movimiento nocturno" que altera los ritmos de descanso de los vecinos de la zona, así como también por la falta de baños y los desperdicios que dejan los transportistas en la vía pública.
"No es culpa de ellos, pero es muy difícil vivir así, con esta fila de camiones al lado de la ruta, hay movimiento y ruido durante las 24 horas, dejan mucha mugre, no tienen baños y algunos hacen sus necesidades detrás de los camiones", sostuvo una vecina de Irigoyen, de nombre Ana María.
"Pasan varios días ahí, es como si te agregaran un vecino ruidoso (…) También hay ‘chicas’ que trabajan de noche, esto nos cambia la vida en el barrio", agregó. Por su parte, uno de los transportistas, de nombre Roberto, sostuvo que "esto es una locura", al referirse a las demoras en el ingreso de mercaderías a Brasil debido a unas trabas burocráticas a las importaciones de productos argentinos que dispuso el gobierno de Rousseff.
"Estamos días acá al sol, yo traigo cebollas, y no puedo estar mucho, se arruina la carga, siempre hubo filas en Irigoyen, pero ahora con nuevas restricciones es peor", remarcó.
