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Buenos Aires

Nuevo aumento de combustible

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Los precios de los combustibles en YPF aumentaron hoy hasta 2,5 por ciento, mientras los de Shell avanzaron hasta 12 por ciento, lo cual pondrá más presión a la inflación.

Con el nuevo incremento, el litro de nafta súper en YPF pasó de 29,60 a 30,34 pesos, lo cual implica un ajuste de 2,5 por ciento; mientras el de la Infinia saltó de 35,65 a 36,42 pesos, es decir que la suba fue de 2,1 por ciento en ese caso.

En cuanto al gasoil, el precio del litro pasó de 25,94 pesos a 26,38, montos que implican un avance de 1,6 por ciento; al tiempo que el de Infinia diésel, subió de 31,19 a 31,65 pesos, un 1,4 por ciento.

Por su parte, Shell aplicó un incremento más marcado, de hasta 12 por ciento, al tener en cuenta los aspectos tributarios, pero también el impacto de la devaluación del peso.

En ese caso, el litro de la nafta súper pasó de 30,28 a 33,91 pesos, un ajuste de 11,98 por ciento; al tiempo que el de nafta premium trepó 10,9 por ciento de 36,95 a 40,99 pesos.

En tanto, el de diesel subió 12 por ciento de 27,26 pesos a 30,53, al tiempo que el de diesel premium creció 12 por ciento al pasar de 32,73 a 36,66.

Esos precios, producto del tercer aumento en menos de treinta días, comenzaron a regir desde este sábado en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), mientras que en el interior del país son más altos.

En algunos lugares como Mendoza o Santiago del Estero se dieron largas colas durante la noche del viernes para cargar combustible ante las versiones respecto de que iba a aplicarse un nuevo aumento.

Las petroleras argumentaron que la actualización de la tarifa se debe al incremento del impuesto a la transferencia de los combustibles (ITC) y el ajuste en el importe de biocombustibles.

En julio, cuando la inflación fue de 3,1 por ciento, uno de los factores que más presión puso a la inflación, junto al turismo por vacaciones de invierno y los alimentos, fue el sector de combustibles.

Según el INDEC, el índice inflacionario anual se ubica en el 31,2 por ciento y no sólo deteriora el poder adquisitivo de los asalariados sino que pone en peligro la meta pactada con el FMI del 32 por ciento.

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