Nadie hoy puede dudar que trasladarse por la ciudad sin armarse de paciencia, puede llegar a convertirse en un mal momento para cualquiera. Según una investigación del Diario Perfil, las dificultades diarias que como ciudadanos hoy vivimos es lo que los especialistas denominan el “derecho universal a la movilidad”, un derecho que en el contexto de las grandes ciudades comienza a considerarse como central.
Françoise Ascher, del Instituto Francés de Urbanismo, dice: “Poder desplazarse se ha convertido en eso que podríamos llamar un derecho genérico; es decir, una condición necesaria para acceder a los otros derechos: el trabajo, la vivienda, la educación y la salud”.
José Barbero, especialista en transporte y decano del Instituto Ferroviario de la Unsam, expone el siguiente diagnóstico: “La movilidad ha venido aumentando, empujada por el crecimiento económico y por la motorización. La participación del automóvil particular ha aumentado mucho y ello da lugar a una congestión creciente.
“En este marco, el transporte público no está funcionando como debería.El desempeño es heterogéneo, no todas las líneas de trenes se comportan igual y lo mismo sucede con las de colectivos. Quienes no tienen movilidad propia son rehenes. No tienen alternativa”.
Promover el transporte público y racionalizar el privado
Los problemas de movilidad dentro de la región metropolitana parecen estar ligados a la desorganización. Ignacio Bruera, de la Fundación Metropolitana, señala: “El acento no está puesto en la falta de opciones sino en la desintegración institucional y física de la elevada disponibilidad de modos que cuenta la región. Hay muchas situaciones en las que los pasajeros carecemos de opciones lo cual afecta las condiciones de los viajes”.
En este marco, Claudio Varano, CEO de Arintech Desarrollo Sostenible, remarca: “Si el parque automotor privado sigue creciendo, aparecerá el problema de la parálisis de las ciudades saturadas de autos particulares. Lo que se debe hacer es promover el transporte público y racionalizar el uso del privado. Pero no basta con poner buses nuevos si de todas formas seguirán atrapados en el tránsito actual.
E insiste, “Es por ello que en forma conjunta con la mejora de la calidad del servicio público se deben tomar medidas que permitan que su circulación sea más fluida y que ésta sea la principal ventaja y diferencia con el transporte privado”.
Para que el transporte público comience a ser una alternativa deseada por los ciudadanos son muchas las cosas que deben modificarse. En este largo camino de cambios, Varano enfatiza en que “el mejor modo de transporte es la suma de todos los modos de transporte de la ciudad. El tema a plantear es el de la integración, hacia allí es donde las principales ciudades del mundo están apuntando la mayoría de sus soluciones”.
El rol de los municipios y la nación
“Es imposible intentar la integración de los distintos modos de transporte si se tienen conflictos entre distintas jurisdicciones y no se cuenta con una legislación que defina, coordine y supervise las acciones a realizar”,agrega Varano.
Barbero opina: “Aspirar a una mejor institucionalidad no implica que no se pueda ir avanzando con acuerdos parciales. Es un tema jurídico y administrativo complejo. Creo que esta autoridad debería integrarla las tres jurisdicciones básicas (Nación, Provincia, Ciudad) y contar con alguna forma de representación de los cuarenta municipios de la región.
Para el especialista en el largo plazo, la Nación debería dar un paso al costado: el transporte urbano es un problema que debe ser abordado y gestionado por las autoridades locales.
Debemos dar un “giro copenicano”: el Estado debe estar atento al desempeño del transporte en todas las ciudades y apoyarlas técnica y financieramente pero no inmiscuirse en la planificación ni en la gestión cotidiana como lo hace hoy en la región metropolitana: otorga licencias a las líneas de colectivos, compra trenes, fija tarifas”, finaliza..
