11.3 C
Buenos Aires

Las leyes que pocos conocen y complican la convivencia

MÁS NOTICIAS

 

Es una marca que muchos llevan con orgullo. El argentino, y especialmente el porteño, se ufana de ser el más avivado, el que conoce todos los yeites, el que tiene kilómetros de barrio caminados. Le gusta puentear, chapear (por cargo o por porte), ir por izquierda (en el sentido literal y en el figurado) porque siempre quiere llegar primero . Cumplir las normas no es parte del deber de cualquier ciudadano, cumplir las normas es para la gilada. En plan futbolero, que de eso entendemos todos, podemos “menottizar” el panorama y decir que, en las calles de Buenos Aires, se maneja como se vive. Cualquiera que circule a diario por la Ciudad podrá dar cuenta de esa sumatoria de malos hábitos que, además de ser infracciones tipificadas en el Código de Tránsito (Ley 2148), molestan al que está al lado y suman un puntito más a la cuota de desborde cotidiano, lo que termina conformando el marco ideal para altercados y accidentes .

Hay que hacer una salvedad. Así como existe una larga serie de normas y prohibiciones que los conductores porteños no cumplen porque simplemente no se les da la gana (bajo el argumento de que como no hay nadie que castigue, entonces no es necesario hacerlo), hay otro montón de especificaciones del Código de Tránsito que la gran mayoría desconoce (y que, en plan de sincericidio, son muy difíciles de cumplir). “Esto proviene de una doble falta o doble carencia: de información y de control”, sintetiza Eduardo Bertotti, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial. Y sigue: “El ciudadano porteño no está habituado a que lo observen o que le digan qué está haciendo mal”.

Una encuesta privada difundida el año pasado consignaba que, además de todo, la gran mayoría cree que la culpa es “de los otros”. Mientras que el conductor argentino se autocalificaba con un 8,5 al promediar los rubros prudencia, habilidad y cumplimiento de las normas (en una escala de 1 a 10), el 82 % sostenía que “la gente” no respeta las normas de tránsito; y el 91% de los consultados había asignado a “la gente” un puntaje entre bajo y muy bajo en prudencia.

Repasemos. En los capítulos 6.1.8 y 6.1.9, sobre la circulación en arterias multicarriles o autopistas, se establece que se puede utilizar los carriles intermedios siempre y cuando no haya a la derecha otro disponible. Los cultores del eterno zigzag deberían saber también que la Ley dice que “se debe circular procurando permanecer en un mismo carril y por su centro” y que se abandona sólo para maniobras como sobrepaso, egreso, estacionamiento, detención o giro, algo que habrá que anunciar con la debida anticipación.

“Debida anticipación” es un concepto amplio, pero el punto A del capítulo 6.1.14 detalla que para efectuar un giro hay que circular desde 30 metros antes por el carril disponible más cercano al lado para el cual se desea girar (salvo que esté señalizado para realizar la maniobra de otra forma).

Otro clásico es “olvidar” que el sobrepaso se hace por la izquierda. Y hacer caso omiso de las prioridades: a peatones en las esquinas o sendas peatonales (sí, hay que frenar y esperar a que terminen de cruzar), a los trenes, a los vehículos de emergencia. Cuando no hay semáforos, van primero los que circulan por la arteria de mayor jerarquía, los que cruzan desde la derecha (salvo que vayan a girar para ingresar a la arteria), y los que en una pendiente avanzan en sentido ascendente. En las rotondas, el objetivo es que los que circulan alrededor no tengan detenciones, por lo que los que ingresan deben respetar su prioridad y cederla al que egresa.

Lo de las luces tampoco es un capricho. Hay que prender las de posición y las bajas cuando la luz natural escasea, y son obligatorias en rutas, autopistas y las avenidas Cantilo, Lugones y General Paz. A nivel nacional, la Ley 25.456, que modifica el artículo 47 de la 24.449, especifica que las luces de posición y chapa patente deben permanecer siempre encendidas. Y sí, el parpadeo constante con las luces altas (así como el uso abusivo de la bocina), también están prohibidos. Se deben utilizar sólo ante el riesgo de accidente (lo que no sucede cuando el que está detenido adelante en el semáforo no se puso en marcha ante el amarillo o pretende cumplir el punto que especifica que no hay que avanzar si no hay lugar en la cuadra que sigue y se corre el riesgo de obstruir el paso trasversal).

Además de constituir infracciones difíciles de controlar, el director de Seguridad Vial de la Ciudad, Pablo Martínez, explica que “la prioridad está puesta en aquellas infracciones que pueden tener consecuencias más graves para la seguridad. Hay casos en los que ayuda mucho la denuncia vecinal, especialmente en lo que tiene que ver con el estacionamiento”.
 

Fuento: Clarin.