El primer tramo de la línea unirá en 2026 a Londres con Birmingham, a 170 km al norte, con un trayecto que será reducido de 1H30 a 50 minutos.
Este proyecto choca con la oposición de los defensores del medio ambiente y de algunos legisladores conservadores. “Decidí que Gran Bretaña debía embarcarse en el proyecto de infraestructura más significativo desde la construcción de las autopistas apoyando el desarrollo y la entrega de una nueva red nacional de ferrocarriles de alta velocidad", afirmó la ministra de Transportes, Justine Greening, en un comunicado.
Este faraónico proyecto, que todavía debe ser aprobado por el Parlamento, es el único programa importante de infraestructura que se salvó de los cortes presupuestarios del gobierno del conservador David Cameron.