La zona central y la zona norte están sufriendo tempranamente el impacto de la crisis por el COVID-19, dada la dependencia del comercio, la construcción y las finanzas con la actividad portuaria
Los puertos San Antonio y Valparaíso son centros estratégicos de la economía chilena, recibiendo 22 mil millones y 10 mil millones de dólares en importaciones, respectivamente. De su actividad depende la logística, transporte, almacenes y bodegas, entre otras actividades.
Como analiza el economista Benjamin Lobos, en la región central se concentra la infraestructura portuaria de bodegas, almacenes y depósitos. En los almacenes se guarda lo que se importa y exporta de los principales puertos de la zona central. Esta infraestructura está construida fuera de la ciudad, y son fundamentales para la disponibilización de productos en la Metropolitana y Quinta Región.
El rol de los trabajadores esenciales es central en el abastecimiento del país por medio de la actividad portuaria, por eso Lobos aconseja “desembarcar primeramente los productos de primera necesidad para la población, que hoy son alimentos y bebidas, frutas, carne y pesca e insumos médicos, así como productos químicos”, así como también “establecer comités de base que se encarguen de verificar los precios de llegada de los productos”.
“Hemos visto estas semanas como empresarios de LATAM despiden mientras sus accionistas retiran millonarias utilidades, mientras Cencosud se ve obligado a retroceder por la presión social. Es sin duda, una muestra que de los empresarios solo podemos esperar lo peor, aunque busquen limpiar su imagen”, sostiene el economista.
La crisis que se avecina sobre la región central puede tener consecuencias en el sur del país trasandino, con economías mayormente silvoagropecuarias de carácter rural e incluso informal, dado que “la caída en el desempleo en el centro conlleva pérdidas de demanda, lo que podría tener impactos posteriormente en la zona sur”.
