10.7 C
Buenos Aires

Agenda política y la Gran Buenos Aires, transporte y basura

MÁS NOTICIAS

 

La Gran Buenos Aires soporta una agenda muy pesada, donde transporte y basura son hoy ejemplos bien presentes. Mal que les pese a algunos, todos los días convivimos en al área metropolitana quince millones de habitantes y todavía lo hacemos de modo obscenamente desparejo, entre opulencia y exclusión.

 

Seguiremos reiterando hasta el cansancio la necesidad de integrarnos social y económicamente sin fronteras ni exclusiones, incluyendo a todo el mundo desde la identidad metropolitana del conocimiento y la diversidad.

 

Porque en esta región metropolitana hay profundos desequilibrios y tensiones estructurales, por historia y por desarrollo desparejo, nos preguntamos sobre la conveniencia de sumar disputas políticas que, más allá de su posible legitimidad, no colaboran en absoluto a lograr soluciones de fondo.

 

El transporte y la basura, necesitan sistemas de gestión integral

 

El transporte y la basura son flujos de dimensión metropolitana que necesitan sistemas de gestión integral. Subtes, ferrocarriles, ómnibus, motos, bicicletas y autos se deben organizar de manera coordinada. Lo necesitamos para desplazarnos con dignidad. La movilidad es un derecho humano. El tratamiento de residuos debe empezar desde que se generan, minimizando y recuperando, mientras que la recolección y disposición final deben integrarse con coherencia de ciclo. Lo demandan nuestra salud y el cuidado del ambiente.

 

Y si de sistemas se trata, sabemos que funcionan eficazmente sólo si son conducidos unívocamente, por lo que es fácil inferir en este punto que la disputa política entre Nación y Ciudad no favorece.

 

Conocemos que en el pensamiento federal anidan objetivos de equilibrar asimetrías fiscales entre la Ciudad y el GBA (y también entre las demás regiones argentinas). Pero nos parece que este propósito, y lo sugerimos, debe formar parte de gestiones integradas donde la inversión y el gasto deriven del planeamiento participativo y de la gestión conforme a reglas del arte.

 

Invocar la racionalidad

 

Sin ingenuidad alguna sabemos que se juegan en esta partida todo tipo de intereses, políticos sociales y económicos. Pero también sabemos que recuperada la política por sobre las corporaciones, estamos en una oportunidad excelente para que el bien común tenga más y mejor presencia en nuestra sociedad.

 

Invocamos aplicar una racionalidad que todos conocemos y que quien mejor registra es el hombre común que hoy más que nunca cuenta con medios de información y participación. Es quien premia y castiga en continuado y no sólo en los momentos electorales, frente a lo cual cabe reflexionar sobre los escenarios ganador-ganador y perdedor-perdedor.

 

Pelearse frente o por una política pública que demanda coordinación suele provocar fracaso, porque casi inevitablemente no se logran resultados positivos. Como consecuencia, pierden todos los contendientes porque la gente quiere que sus problemas se resuelvan. Y, a la inversa, cuando ello ocurre el reconocimiento es compartido.

 

La discusión, la tensión y el debate, los intereses en conflicto, la compulsa de proyectos y modelos, son necesarios y también comprendidos por el hombre común. En democracia hasta suelen provocar acompañamiento, pero el problema aparece cuando lo que está en discusión es otra cosa y lo que la gente demanda queda relegado sin remedio.

 

(*) Pedro Del Piero , presidente de la Fundación Metropolitana