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Paritarias, conflictos, fractura de CGT y paro marcaron el año

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La totalidad de las organizaciones sindicales -a excepción de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) y algunos otros pocos gremios- sellaron con éxito por noveno año consecutivo las negociaciones paritarias que renuevan los acuerdos de haberes.


Esos convenios salariales -puntos más o puntos menos- también contemplaron en muchos casos aumentos de los adicionales como presentismo, antigüedad, vales de comida o viáticos varios, según la organización sindical o la actividad desarrollada.


Sin embargo, el año contempló de forma clara una multiplicidad de conflictos gremiales, aunque en la mayoría de los casos fundamentados en razones y reclamos sectoriales y no salariales y, en algunos casos, a partir de suspensiones y despidos. Pero un hecho marcó de manera indeleble el año que concluye: la fractura de la Confederación General del Trabajo (CGT) encabezada por el también líder del Sindicato de Choferes de Camiones, Hugo Moyano, quien fue reelecto en el Congreso del 12 de julio último. 


Ese día, en el microestadio del Club Ferrocarril Oeste, Moyano fue reelegido por un nuevo período de cuatro años -acompañado por el petrolero Guillermo Pereyra- lo que determinó la definitiva fractura de la CGT a partir de la negativa a aceptar su conducción por parte de los sectores llamados independiente y gordo. 

 

También se retiraron de la central dirigida por el camionero ex moyanistas de la primera hora, como los sindicatos Unión Ferroviaria (UF), La Fraternidad y Peones de Taxis (SPT).  El hecho constituyó un punto de inflexión en el movimiento obrero, fragmentado de hecho desde hacía ya tiempo como consecuencia del denominado "estilo inconsulto de conducción" del líder camionero, según sus opositores más enconados. 


En ese Congreso de julio quedó formalmente sellada la fractura de la central obrera. Además, existió otro dato no menor: Moyano no fue respaldado por las decenas de organizaciones que responden a la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo, que no participaron.


De manera inmediata, los opositores convocaron a su propio Congreso -el 3 de octubre último- luego de impugnaciones presentadas en el Ministerio de Trabajo en rechazo de Moyano.  La cartera laboral finalmente determinó en una resolución administrativa la invalidez del Congreso moyanista de Ferro, lo que permitió el armado opositor posterior y originó cuatro recursos de amparo presentados por el camionero en la justicia. Gordos e independientes eligieron ese 3 de octubre a la conducción de su propia CGT, ungiendo al metalúrgico Antonio Caló como titular y al estatal Andrés Rodríguez como adjunto. 


Los estilos, propuestas y metodologías de ambos sectores son bien diferenciadas. Mientras Caló y los gremios que lo respaldan privilegian el diálogo con el gobierno nacional, Moyano y sus seguidores -respaldados por otras organizaciones- convocaron al primer paro general en casi una década el último 20 de noviembre.


En esa huelga -que incluyó por primera vez casi 300 piquetes en todo el país- participaron la Federación Agraria Argentina (FAA) y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) de Pablo Micheli. El camino emprendido por Moyano, a juicio de sus opositores sindicales, "no tiene retorno", señalan a diario esos dirigentes.


A tal punto es así que, el miércoles último y como continuidad de aquel paro, la CGT Azopardo, ese sector de la CTA y, por primera vez la CGT de Barrionuevo, marcharán a la Plaza de Mayo en demanda de diversas reivindicaciones históricas, como la suba del mínimo de ganancias. La historia del movimiento obrero organizado para 2013 está abierta y ningún representante sectorial conoce su final.